Como aquella la luna gitana de Lorca, que vino a la fragua con su polisón de nardos, los romanceros gaditanos exaltarán la belleza de la tacita y recitarán los sucesos acaecidos, con perfectas rimas y octosílabos versos.
Valientes y solitarios, los más atrevidos gaditanos, retornan y se sumergen en la esencia pura de la poética. Cada año por febrero resucitan una las tradiciones más antiguas de la literatura. Cual mester de juglería se tratase y ataviados de la indumentaria adecuada, cantan individualmente las historias encerradas en estos versos de arte menor.
El propósito del romancero, al igual que el resto de las agrupaciones carnavalescas, es hacer reír a la gente. El humor rimado milimétricamente supone una de las grandes y más desconocidas joyas del Carnaval de Cádiz. En actuaciones de diez minutos, el romancero expresa su visión sobre temas actuales desde un perspectiva muy original y, sin embargo poco apreciada.
Un solo intérprete, un bastón, un cartelón y, a veces un lacayo. Esos son los ingredientes de un romancero. Si estos les sumamos la originalidad y la simpatía del gaditano, obtenemos un plato digno de paladares exquisitos.
Cuentan historias de la vida misma pero desde una óptica humorística y original. Se apoyan en unas viñetas dibujadas en un gran cartel y que, en ocasiones, sostiene otra persona. Dichos dibujos deben corresponder al Romance que se canta para orientar e intensificar el humor de estas parodias.
Ciertamente, son pocos los romanceros que se atreven a desafiar a las chirigotas callejeras ya que su ardua preparación y realización no está bien valorada, sobre todo por los forasteros. Este año han sido 7 los genios que se han dedicado a pregonar el arte del romance en estado puro. Eso, sí lo ha hecho con una gran variación respecto a otros años.
Lo normal era que los romanceros contaran con un concurso extraoficial en locales improvisados o en las propias calles. Pero por primera vez, en el pasado Carnaval 2007, la batalla de los romances se ha librado sobre las tablas del Gran Teatro Falla. Con ello, se ha solventado el problema de actuar en lugares ineptos, a la vez que se pretende impulsar esta deslucida perla con la que cuenta el Carnaval de Cádiz.
Por fin, los romanceros tienen un sitio donde actuar a la altura de su trabajo. Ya no sucederá nunca más el trágico incidente de 2006 en el que, debido a la superación del aforo permitido, el concurso se vio obligado a suspenderse y los creadores más irónicos del carnaval tuvieron que conformarse con que los escuchasen en las calles. Parece que, por fin, el ayuntamiento de Cádiz ha dejado atrás los prejuicios y ha apostado por la recuperación de los romanceros de manera firme y factible con la creación de su respectivo estatuto.
“Los romanceros de Cádiz, habitantes de las esquinas desconchadas del ingenio de "La Viña", francotiradores del verso a bocajarro, ponen este año un pie en el Falla, hartos de un concurso arrastrado por locales atiborrados y sin la infraestructura que merece su esfuerzo".
1 comentario:
Hola.
Muy bueno tu blog. Soy dibujante y colaborador habitual para el carnaval de la calle. Te invito a ver mi página web de romanceros:
http://jmorenoromancero.iespana.es
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