Don José Ramón, así, al completo y de carretilla. Es la manera en que todo el mundo te conoce en la Yeguada. ¡Sí, señor! Has conseguido mantener delante de tu nombre ese calificativo tan distinguido como es el “Don”. ¿Por qué? Porque, ¿eres un señorón? No. Porque es usted (y perdón que no le tutee esta vez) un perfecto docente.
La educación es una parte imprescindible para el desarrollo del ser humano. Cuánto más la educación primaria, que es la que sienta las bases para la correcta dirección de ese proyecto de aprendizaje individual al que llamamos “vida”. Usted me ha marcado, ha marcado a toda mi generación (la de Belencita, Francisquito, Raquel, Víctor y, yo mismo, Carlitos). Pero ¿cómo no va a marcarnos si cuando pasamos al colegio de Benalup éramos los reyes de las restas y las tablas de multiplicar?
Supongo, que a nosotros nos resulta más fácil que a ti acordarnos de cada uno de los momentos que pasamos en el cole. No te culpo, han sido tantos los niños y niñas que han aprendido a leer y escribir gracias a ti, que sería casi un milagro que recordaras todas nuestras caras y nombres. Para nosotros es más sencillo. Es imposible olvidar tu voz mientras enseñabas, explicabas, regañabas, "subías las cabras al monte", o nos amenazabas con meternos en el temido "cuarto de las ratas"…¡Qué momentos! Pero, sobre todo es imposible olvidar ese grito de guerra que, a modo de sirena, indicaba que el recreo había llegado a su fin: ¡Para adentroooo! Y, ala, todos a retomar las clases o ese ratito maravilloso de juego con la plastilina.
Anécdotas, miles. Pero, sin duda, me quedo con una entre todas ellas. Ocurrió en mi primer día de colegio. Cuando mis padres me dejaron solo, el Antonio Machado me pareció un infierno. Estaba tan asustado que sólo era capaz de llorar y patalear tirado en el suelo. Tú me viste allí y no sólo no me cogiste sino que dejaste que me desahogara hasta quedarme casi sin fuerzas. Entonces te acercaste a mí y me diste veinte duros. ¿Y esto para qué?, pensé. “Toma, ve a la tienda y compra veinte duros de caramelos”. Cuando volví con la bolsa me cogiste de la mano y fuimos repartiendo caramelos a los niños de la clase. Nunca más volví a tener miedo al colegio.
Podría escribir cientos de líneas pero prefiero mantenerlas en propiedad, dentro de la memoria. El Carlitos que entró con cuatro años en el cole ahora ha crecido y vive lejos de su querido San José de Malcocinado. Aun así, puedo admitir que cuando de buenos recuerdos se trata usted, Don José Ramón, siempre aparece en una de las primeras posiciones. Gracias por todo lo que has hecho por mi pueblo que desde siempre ha sido también el tuyo.
Desde Madrid te mando mi más sincera admiración y mi más fuerte abrazo.
Carlos Sánchez Velázquez.
Promoción de 1991 a 1995.
4 comentarios:
hola hola, como estas? pasaba a dejar mi saludo, hace rato que no pasaba, estoy ocupado con los estudios y hasta me cuesta meterle pila al sitio tambien
un saludo
Hola Marcos!! No te preocupes estamos todos los estudiantes igual, liados con los estudios. Por aquí va todo genial y por tu blog, por lo que veo, también. Ánimo con los estudios!! un abrazo!
hola corlos, tengo una pregunta: ¿por casualidad no sabes alguna pagina donde pueda descargar plantillas para el blog? pero que tenga bien los codigos para cambiarla, porq las que he bajado no me sirvieron.
desde ya gracias y un gran saludo.
Hola, la verdad es que no tengo mucha idea. hay una página que se llama "el blog de los blogs" donde hay muchas cosillas para añadir a tu blog, no sé si también habrá plantillas, pero echále un ojo, no pierdes nada. Yo sólo he cambiado la plantilla desde dentro de mi propio blog en "diseño", "seleccionar plantilla nueva". Saludos!
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