domingo, 20 de abril de 2008

Detalles De La Fe

¿Por qué Dios está fuera de la vida de multitud de personas? ¿Por qué el mundo posmoderno no le hace un hueco? ¿Por qué no lo oímos? ¿Por qué no nos da respuestas inmediatas, por qué no nos habla y por qué no actúa?

Cuantas preguntas. Todas ellas me hacen seguir planteándome otras cuestiones. ¿Nos paramos a escucharlo? ¿Le hablamos? ¿Le ofrecemos conversación para que Él nos pueda contestar? ¿O, quizás, es que le preguntamos y pedimos tales simplezas y caprichos que nos parecen necesarios pero que, en el fondo, no tienen nada que ver con el discernir de la vida?

Más interrogantes. ¿Acaso no es la vida una gran pregunta a la que intentamos dar la mejor de las respuestas? Sigamos. Si Dios no actúa, si Dios no se deja ver, si Dios permanece indiferente, ¿por qué hay tantos miles de personas que creen? ¿Es posible, hoy en día, tener fe? O mejor dicho, ¿qué implica tener fe? ¿Cómo cambia tu vida y que repercusiones acarrea? ¿Deseamos tener fe?

Mercedes, una amiga, me contó su experiencia yendo un día en su coche. Ella no es creyente. Admite que "no tiene fuerzas para serlo". Sin embargo, me dijo que "admira a los que creen". Cuando la conversación llegó a su punto álgido Mercedes reconoció que "quisiera tener fe porque siente que los creyentes tienen un gran fuerte al que sujetarse en los malos momentos".

Aseguro que esta conversación no me dejó indiferente. Me impactó y mucho. Me hizo recapacitar. Hay personas que desean creer pero no pueden, sea por el motivo que sea. A todas esas personas va dirigida esta entrada. Ya lo decía Jesús, con otras palabras pero con el mismo mensaje, "el que cree y está convencido de ello tiene la gloria ganada, pero el que no cree y se convierte, de ese, se alegra el Padre diez veces más".

La fe es más que un sentimiento. Es una actitud ante la vida. La fe te cambia por completo porque ya no eres tú quien actúa, sino tú movido por Dios. Ahí está la dificultad y la osadía. Vivir se convierte en todo un reto. La fe es un don, accesible para todos, pero también es un sacrificio. La fe supone esfuerzo, ya que consiste en un trabajar diario en pos de ella. Nuestra alma comienza a arder y nuestra vida se torna en un soplido continuo para que esa llama no se apague.

¿Estamos dispuestos a todo eso? ¿Estamos capacitados para dejar de mirarnos el ombligo y comenzar a observar lo que nos rodea, no desde el egoísmo, sino desde la alegría de sabernos hermanos? Difícil reto ¿verdad? Y más hoy en día, cuando ser joven y creyente, en muchas realidades sociales, es casi algo insólito.

Pero, ¡cuán diferente y pleno se vive desde la fe! Un saludo, no es un mero saludo, es un saludo desde el afecto; desde otra perspectiva. El día se convierte en una búsqueda continua de esa respuesta que esperamos desde arriba. Y es que, puede costar, pero, al final, el que busca encuentra.

Sin que sirva de precedente, voy a contar una anécdota de esas que le hace a uno plantearse, seriamente, la actuación de la providencia:

"Estando cubriendo una manifestación para un trabajo de la universidad (soy proyecto de periodista) me ocurrió algo muy curioso. Necesitaba una foto, la foto que ilustrara el acontecimiento que allí estaba ocurriendo. No era otra que la imagen de la gente sosteniendo las pancartas y caminando por las calles. La típica foto de una manifestación. Sin embargo, no pude hacerla, me surgió un imprevisto y me tuve que ir entristecido por no haber cumplido con mi deber.

Al día siguiente, me dirigía a misa pero, justo antes de entrar, me acordé de que quería comprar un libro. Miré el reloj y vi que eran las 19:41 y como me daba tiempo, me dirigí a toda prisa a la librería para hacerme con "Fe, verdad y tolerancia", el deseado libro de Ratzinger". [PDF]

Corrí por la calle Madrid y justo antes de girar a la derecha para entrar en la librería alcé la vista. Me sorprendí, lo juro, a la vez que me alegré y di gracias a Dios. Ahí estaba, toda para mí. Los manifestantes de ayer andaban con la pancarta en las manos seguidos de una gran multitud. Parecía que la manifestación posara para mí. Sin pensármelo, saqué mi móvil e hice la foto. ¿Casualidad o providencia? Así que foto, libro, misa y a casa tan pancho".

Y después de tanta pregunta. No estaría mal alguna respuesta. Para mi hay una que está clara. El Señor actúa, sí que actúa. Lo hace por medio de la gente. Es por eso que, además de en la oración, es muy importante no perder de vista al vecino: ahí también está Dios. Allí, donde menos lo esperamos, vemos que Dios a dejado caer su mano, nos ha acariciado y, luego, ha seguido su camino. Así que, permitidme un consejo a los reacios y a los creyentes: estad atentos y no busquéis a Dios en las grandes cosas, sino en los pequeños detalles. Así que, ¡ojo avizor no vaya a ser que el Padre se nos cuele en la cola del supermercado!


2 comentarios:

Anónimo dijo...

todo esto que tú escribes desde la experiencia es lo que, a muchos de nosotros, han intentado enseñarnos en 7 años de teología académica. Enhorabuena. cia

Carlos Sz dijo...

Uff, madre mía. ¡Qué comentario¡ No sé si alegrarme o, por el contrario, sentir miedo... Lo que sí sé es que me alegro de que te haya gustado la entrada puesto que la he escrito desde mi más sincera experiencia. Espero poder seguir aportando mi granito de arena para que sigáis indagando en la blogosfera cristiana. Un abrazo y muchísimas gracias por el comentario (no sabes lo que se agradecen).