domingo, 27 de abril de 2008

Ciencia, Fe Y Universo

La ciencia ha acompañado al hombre desde los principios mismos de su existencia. Quizá, no tal y como la entendemos hoy ene día, pero sí como un intento de constante acercamiento al complejo mundo de la sabiduría. La casi-todopoderosa ciencia busca respuestas generales que expliquen la inconmensurables situaciones ante las que el hombre se plantea una y otra vez las mismas preguntas. Más allá de los resultados empíricos intenta resolver cada una de las dudas existenciales del ser humano a través de un método racional, (¿lo consigue?).

A pesar de las críticas y errores que se le puedan adjudicar, es innegable que la ciencia ha supuesto un aporte positivo a lo largo del desarrollo de la humanidad. A través de ella hemos mejorado muchas de nuestras condiciones de vida y hemos conseguido de este planeta un lugar más cómodo (a costa de destruirlo en ocasiones) pero bueno, al fin y al cabo, más cómodo y seguro. La gente viaja de un sitio a otro del mundo en apenas horas y en el norte nadie se muere por contraer sarampión. Estos son sólo dos mínimos ejemplos de todo lo que le debemos a la ciencia: gracias.

Mediante la razón hemos llegado a dar respuesta a fenómenos casi inimaginables. Pero, lo que a veces el científico parece obviar es que muchas de las respuestas a las cuestiones que nos plantemos, nunca tendrán cabida dentro de la razón humana. Personalmente, pienso que las verdades absolutas existen y sobre éstas se basa el funcionamiento del cosmos. Verdades, que por el simple, pero significativo, hecho de ser Absolutas, no son, ni serán nunca, abarcables por la mente en su totalidad.

¿Por qué no podemos comprender ciertas cosas? (¿Realmente queremos comprenderlo todo?). Sin saber muy bien por qué, nos dejamos mover por una fuerza externa a nosotros que nos guía hacia algún lugar. No conocemos su paradero, ni hacia dónde nos lleva pero, aún así, nos dejamos arrastrar por la corriente. Necesitamos de Él.

Si nos preguntan por la grandeza del Universo, e intentamos acapararla, nuestra mente se marea. Detente un momento y piensa esto, ¿podemos imaginar el firmamento y sus límites (si los tuviera) dentro de nuestra cabeza? Piénsalo... No, no podemos hacerlo, es imposible. El cosmos con todas sus constelaciones y sistemas solares no tiene cabida en una masa encefálica que se protege del exterior bajo una capa dura y huesuda dividida en parietal, occipital, temporal y frontal.

¿Acaso tiene el universo una paredes que lo limitan? ¿Es una esfera? ¿Y dónde se sostiene esa esfera? Después de las supuesta paredes que limitan el Univeso, qué hay, un Universo paralelo? Admitámoslo; es imposible saberlo. Incluso al encéfalo, el conjunto de órganos más perfecto jamás creado y de los que depende el resto de nuestro ser, se le queda grande. Nuestra mente tiene límites medibles y calculables. Tiene un númeor de neuronas que se van muriendo y, desgraciadamente, no se reproducen de nuevo. La masa encefálica se desgasta, se muere.

La ciencia ha sido creada por los humanos y, por ello, de forma inherente, está condenada al límite de nuestras capacidades neuronales. Por mucho que lo intentemos, siempre habrá preguntas que quedarán ante nuestros ojos sin respuesta alguna. El hombre podrá crear mil y una teorías sobre el origen, orden y jeraquía del universo, pero no dejarán de ser sólo eso, teorías. En un momento dado, las verdades relativas pueden quedar al descubierto como meras falacias. Justo entonces, las teorías se vienen abajo como un edificio sin cimientos.

La búsqueda de la verdad Absoluta siempre ha preocupado al hombre. Pero intentar encontrarse con ella a través de la ciencia creo que es un error. El conocimiento científico, ha sido elevado casi al rango divino y esto arrastra ciertas consecuencias (negativas para unos y positivas para otros). Desde mi punto de vista, en ocasiones mas o menos frecuentes, la ciencia ha llegado a convertirse en uno de los tantos medios más con los que cuenta el hombre para satisfacer su ego y sentirse un poco menos débil ante la perspectiva de su pequeñez ante el universo.

Para mí, es imposible e incomprensible delegar todo el protagonismo de nuestra existencia sólo sobre la ciencia, o sobre la religión. Las tribus melanesias, que viven actualmente en Nueva Guinea y en archipiélagos adyacentes, han encontrado el equilibrio ideal entre ciencia y religión ajustado, evidentemente, a su ámbito vital. La creación de las canoas, por ejemplo, a partir de los troncos de los árboles, es para ellos una manera de ciencia, rudimentaria pero ciencia. Pero, durante la construcción de la canoa se celebra una ceremonia religiosa para que ésta nunca falle.

Incluso cuando para estas tribus la concepción del mundo es tan diferente de la nuestra, los problemas a los que se enfrentan son universales y eternos. De una forma más occidentalizada que se adecue a nuestro nivel de vida, pienso que, en el fondo, nosotros también deberíamos funcionar así. Es decir, debemos establecer con nuestro cuerpo y nuestra alma un compendio razón-fe que nos guíe hacia las respuestas de aquellas preguntas que, a nivel personal, cada uno se plantea en su vida.

Quisiera concluir con unas frases que un cura, muy buen amigo mío, me regaló una tarde de agosto. Ese día, mientras dábamos un largo paseo, me había ensañado con él haciéndole preguntas referentes a Dios; la creación, al Universo y a las cientos de cosas que no comprendo del cristianismo pero que, precisamente por eso, me parecen tan interesantes. Mi amigo ante tal aluvión de cuestiones me dijo sosegadamente estas frases que no olvidaré jamás: "Llega un momento en el que la razón muere y deja paso a la fe. Más allá del entendimiento sólo nos queda eso, creer".

Creer: (del lat. credere)

1. tr. Tener por cierto algo que el entendimiento no alcanza o que no está comprobado o demostrado. 2. tr. Dar firme asenso a las verdades relevadas por Dios.

Fe: (Del lat. fides)

1. f. REL. Creencia en algo sin necesidad de que haya sido confirmado por la experiencia o la razón, o demostrado por la ciencia.


2 comentarios:

El pobrecito hablador dijo...

Tienes toda la razón, la ciencia nos lleva a un umbral, que yo llamo misterio. Sólo ante el misterio, nos queda la fe. Sea de la religión que sea, en mi caso la católica. Pero ni todo es ciencia, ni todo es fe. No podemos caer en un racionalismo ni eun fideismo puro. Todo es una relación de circularidad. Ambas se complementan, como diria una copla, ni contigo, no sin mi, tienen mis males remedios, contigo porque me matas y sin ti porque me muero. Esta es la forma como explico la relacion entre ciencia y fe.

Carlos Sz dijo...

Olé! Jamás pensé que se pudiera sacar tal relación entre la copla, la ciencia y la religión. Estoy totalmente de acuerdo contigo, razón y fe están "condenadas" al entendimiento. Un gran hacedor de ello es nuestro papa Benedicto XVI. "El papa de la razón, lo llaman, y es cierto. Es capaz de aunar y complementar razón y fe para que, ésta última se adapte a las exigiencias del mundo moderno.

Muchas gracias por tu comentario, si tienes algún sitio web házmelo saber para poder visitarlo.