lunes, 10 de diciembre de 2007

Orgullo Periodístico

Estoy de nuevo en Madrid. De nuevo sus prisas, de nuevo sus avalanchas, de nuevo sus ríos de gente que te empujan de un lado a otro sin que puedas evitarlo. Ya pasó el puente más largo del año. Para unos el de la Constitución para otros el de la Inmaculada, la terminología, por desgracia, poco importa hoy en día. Sea como fuere, lo cierto es que los más privilegiados (me incluyo) han tenido unos merecidos días de descanso.

Por la parte que me toca, este semiacueducto me ha llevado por unos caminos que, por más que hubiese querido, no los podría haber imaginado hace unos años. Y es que, por unas circunstancias u otras, desde que viera aquella inolvidable película sobre Juan XXIII, no he parado de leer e indagar sobre el Acontecimiento (con mayusculas) de la Historia reciente de la Iglesia Católica: el Concilio Ecuménico Vaticano II.

Sorprendido, a la vez que ilusionado, compruebo la importancia que en él tuvieron los historiadores del tiempo actual, los cronistas de lo cotidiano, esos maestros del lenguaje que, con las palabras, como única arma, alimentan la opinión de los ansiosos lectores... En definitiva, ese gremio del que, inevitablemente, cada día me siento más cómplice. Los periodistas jugaron un papel importantísimo, sin precedente alguno, respecto a la difusión de cada uno de los detalles que, sobre las sesiones conciliares, podían ser revelados al mundo.

Y no me ilusiono porque todos los periodista que cubrieron el Concilio fuesen maravillosos, ni mucho menos. Al igual que hoy, los hubo buenos y no tan buenos. Sino que me ilusiono porque no pasaron desapercibidos; porque contaron con ellos; los tuvieron en cuenta; los hicieron útiles y porque la Iglesia, en contra de todos los tópicos, no sólo se abrió para su propios hijos los Cristianos sino que, a través de los medios, volvió su cara al mundo entero. La ventana estaba ahí, Juan XXIII la había abierto, y el periodismo, sin duda, fue el mecanismo que ayudó a que, a través de ella, corriese el aire fresco hacia la modernidad.

"Profesionales pero, ante todo, cristianos". Una y otra vez, esa idea, se repitió en las salas de prensa de San Pedro, en las homilías y en las conferencias. La Iglesia ya no tenía miedo de los medios de comunicación. No había que temerles si tras ellos se encontraban personas formadas, periodistas cristianos bien capacitados y dispuestos a aplicar el evangelio en su vida personal y profesional. Todos ellos hicieron posible que el pueblo sencillo pudiese hablar en los bares de Madrid o Londres sobre una "reunión en el Vaticano donde los curas decidían el futuro de la Iglesia". A lo mejor no sabían nada más, pero, qué más da, el mero hecho de que se hablara del Concilio en la calle ya era todo un regalo.

Hoy, deseo rescatar del almacen de la historia un fragmento de los muchos que Juan XXIII dedicó a la periodistas de la época y que, paradógicamente, han quedado recogidos por sus propios destinarios. Ante todo responsabilidad, profundidad y veracidad al servicio de los demás: el resto viene por añadidura.

De la homilía de Juan XXIII a los periodistas, el sábado 7 de noviembre de 1963:

"Venerables periodistas católicos, ansiosos de ejercer vuestra profesión muy digna de estima y que realza aún más su grandeza gracias a la fe que profesáis y la Iglesia a la que pretendéis servir. [...] Levantad la cabeza mirad a lo alto, abrid los ojos del alma y veréis lo siguiente: La tarea del periodista tiene cierta analogía con la del sacerdote. Lo mismo que el sacerdote, vosotros estáis al servicio de la verdad; como él, sois para los demás, no para vosotros mismos. Vocación de servicio, con todo lo que lleva consigo de sacrificio, de fecundidad también, de grandeza y de belleza. Vuestro trabajo os ofrece la oportunidad de experimentar y profundizar sobre las condiciones psicológicas y sociológicas de una mejor transmisión del mensaje cristiano por medio de la prensa. Os ponéis, así, al servicio de Dios y de vuestros hermanos. Hoy podéis gritar sin miedo que sois periodistas, periodistas Cristianos".


4 comentarios:

Anónimo dijo...

Es cierto, la vocación periodística ,bien llevada, es digna de alabanza mas que les pese a los pseudoprofesionales de los medios y demás agoreros de la prensa rosa. Cuando, además, lo que se busca es ante todo transmitir la verdad de las cosas y del mundo y, si encima tiene a la VERDAD (que es Dios) de su parte, más aún se comprende la dignidad de esta doble vocación de servicio y entrega, como la de los sacerdotes, quizás... pero, ¿Y si además de periodista también fueras presbítero?, ¿Una misma vocación, o dos distintas pero bien interconectadas?... ¿Qué me decís?

Carlos Sz dijo...

Sin duda, la situación que me planteas es hermosa. ¿Cómo negar la compatibilidad de la vocación periodística frente a la religiosa?

Podemos encontrar diferentes caminos y opiniones a la hora de comparar ambas vocaciones. Por un lado, están los periodistas(a secas)que hacen su trabajo tan dignamente como cualquier otro profesional pero no se plantean el sentido espiritual de sus escritos. Por otro lado, y estos son los que me interesan aquí, encontramos a los periodistas cristianos. Aunque de esos se ven poco o pasan más desapercibidos, todos ellos como miembros de la Iglesia tienen una misión, que no es otra que llevar al mundo entero la Palabra de Dios mediante la capacidad que les ofrecen sus medios de difusión.

La Palabra es para anunciarla a los hombres. Los curas y la Iglesa en general tiene esa misión. Pero, en ocasiones, no es suficiente. Por eso los periodistas católicos tenenos que facilitar la expasión de la VERDAD!

Ante tu pregunta de si es una misma o distintas vocaciones, creo que el hombre que Consagra su vida al Señor, o sea, el cura tiene claro cual es el norte y guía de su vida que no es otros que DIOS. Las homilías que pueda decir un domingo o los artículos que pueda escribir en un periódico siempre van a tener una clara línea editorial: la que le marca el Señor. En definitiva, dos vocaciones que pueden ser muy distintas pero que este caso convergen en un mismo camino hacia ÉL.

Supongo que lo conocerás, pero por si no es el caso, te aconsejo que leas al gran Jose Luis Martín Descalzo. Abras el libro que abras, por la página que sea, siempre vas a notar que sus palabras exhalan ese aire divino que lo hace inugualable. Él es el ejemplo perfecto que ilustra tu pregunta. Martín Descalzo fue espléndido cura e impecable periodista. No es el único, Herrera Oria también fue un gran periodista, uno de los más importantes de la historia del periodismo español y, fíjate, llegó a ser cardenal.

En fin, que incopatibilidades las mínimas, compatibilidades ¡MUCHAS! Gracias a Dios!!

Muchas gracias por tu comentario. Todo un placer.

Carlos Sánchez.

Anónimo dijo...

Carlos, siento mucho que uno de los primeros comentarios que te haga al respecto de tus entradas sea para mostrar mi desacuerdo con lo que dices (sobretodo en la respuesta al comentario anterior). Sin embargo, creo que tu blog es un espacio de deliberación en el que caben todas las opiniones, entre ellas la mía (nada radical, ya sabes), y por eso lo hago.
Allá va.
Como proyecto de periodista que soy, no concibo la existencia de un gremio de profesionales cristianos que utilicen los medios de comunicación para transmitir un mensaje fundamentado en la fe, es decir, en un aspecto más que subjetivo perteneciente al ámbito espiritual de cada uno. Para eso están los púlpitos, no los periódicos, que deben narrar lo que acontece en un concilio sí, pero no contar lo necesario o innecesario que es Dios en nuestras vidas. Además, para hablar de temas religiosos no hace falta ser cristiano, hay que estar formado, eso sí, pero puedes ser un gran profesional especializado en religión (por cierto que religiones hay muchas, no sólo la cristiana) sin necesidad de ser cristiano, ni de utilizar la influencia de los medios para evangelizar a nadie. ¿Es que acaso un periodista que escriba en La Razón tiene que comulgar con los ideales del partido popular y promover su afiliación al mismo? ¿Es que yo por ser del Real Madrid tengo que convencer a los del resto de los equipos de lo bueno que es Raúl? No, no tiene por qué, no tiene que ser asi: lo personal a un lado, lo profesional a otro. Los periodistas no deben estar al servicio de nadie, deben ser independientes (profesionalmente hablo) porque sólo así llegarán a todos y no sólo a los suyos. Si para ejercer su profesión quieren echar mano de sus valores cristianos, perfecto, pero que eso no condicione la información que den, ni que utilicen su privilegiada posición de líderes de opinión para predicar (sea lo que sea lo que prediquen). Y una última cosa: ¿de verdad piensas que sólo los cristianos pueden escribir noticias relacionadas con el mundo cristiano? Y si es así, ¿eres de los que piensan que sólo una mujer puede representar (y entender) a otra mujer, o un negro a otro negro?
Un beso

PD. De verdad que siento si algo de lo que digo te ofende, pero la concepción que tengo del periodismo es completamente distinta a la que expones, no tanto en tu entrada como en tu comentario.

PD. ¿Por qué un periodista a secas no puede plantearse el sentido espiritual de sus escritos? ¿Hay que ser cristiano para ser rico en espíritu o tener capacidad para reflexionar sobre lo que escribe? Un poco radical, injusto y partidista ¿no?

Anónimo dijo...

Soy Antonio, pero no tengo cuenta gmail, ahí va mi extracomentario!!!

Sara, por alusión quisiera
exponerte una serie de puntos que, espero, ayuden a comprender tanto el comentario de Carlos como el de quien suscribe.

En primer lugar, estoy totalmente a
favor que en este blog quepan todas las opiniones siempre y cuando tengan respeto y capacidad de diálogo, cosa que hasta hoy se está cumpliendo.

Te pediría que volvieras a leer la última parte de su entrada que hace referencia a Juan XXIII. Creo que, si relees de nuevo tu comentario, te puede responder a lo que un buen periodista , en este caso católico, debe de ser.

De la homilía de Juan XXIII a los periodistas, el sábado 7 de noviembre de 1963:

"Venerables periodistas católicos, ansiosos de ejercer vuestra profesión muy digna de estima y que realza aún más su grandeza gracias a la fe que profesáis y la Iglesia a la que pretendéis servir. [...] Levantad la cabeza mirad a lo alto, abrid los ojos del alma y veréis lo siguiente: La tarea del periodista tiene cierta analogía con la del sacerdote. Lo mismo que el sacerdote, vosotros estáis al servicio de la verdad; como él, sois para los demás, no para vosotros mismos. Vocación de servicio, con todo lo que lleva consigo de sacrificio, de fecundidad también, de grandeza y de belleza. Vuestro trabajo os ofrece la oportunidad de experimentar y profundizar sobre las condiciones psicológicas y sociológicas de una mejor transmisión del mensaje cristiano por medio de la prensa. Os ponéis, así, al servicio de Dios y de vuestros hermanos. Hoy podéis gritar sin miedo que sois periodistas, periodistas Cristianos".

Si uno ojea la definición que de “gremio” hace la RAE, vemos como sólo en su tercera acepción hace referencia a lo religioso y siempre para relacionarlo como “Unión de los fieles con sus legítimos pastores, y especialmente con el Pontífice romano”, cosa que en el fondo me agrada pero que no encaja a la hora de calificar y relegar a los periodistas cristianos “al ámbito espiritual de cada uno”.

Si te soy sincero, que suelo serlo, el cristiano no es un “rara avis” entre los conciudadanos, que viva en una burbuja de cristal, enjaulado o a espaldas del mundo, sino todo lo contrario, en el mundo, de ahí la palabra “secular”:(Del lat. seculāris).1. adj. Seglar, ... , 4. adj. Dicho de un sacerdote o del clero: Que vive en el siglo, a distinción del que vive en clausura. No podemos encerrar a nadie en su ámbito privado simplemente porque tenga una convicción religiosa concreta, sin llegar a extremismos por supuesto, al igual que no ocurre en otros casos, para ello me remito a nuestra Constitución Española de 1978:

Artículo 16.

1. Se garantiza la libertad ideológica, religiosa y de culto de los individuos y las comunidades sin más limitación, en sus manifestaciones, que la necesaria para el mantenimiento del orden público protegido por la Ley.

Artículo 20.

1. Se reconocen y protegen los derechos:

a. A expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones mediante la palabra, el escrito o cualquier otro medio de reproducción.

b. A la producción y creación literaria, artística, científica y técnica.

2. El ejercicio de estos derechos no puede restringirse mediante ningún tipo de censura previa.
Hay muchos y buenos periodistas,(más buenos que malos) que son cristianos y profesionales, no radicales.

Si echamos un pequeño vistazo a nuestra reciente “Historia de la Iglesia”, como lo ocurrido tras el “Concilio Vaticano II” (1962-1965), recordamos que los Púlpitos, tal y como se puede entender por personas que no lo han vivido en su contexto, dejaron de utilizarse hace muchos años porque, gracias a Dios, llegaron los micrófonos para no tener que gritar tanto y la reforma litúrgica.

Hoy por hoy, los “nuevos púlpitos”, sin lugar a dudas, son los “Mass Media” con todo su abanico de posibilidades. Ante esto la Iglesia tiene también unas palabras al respecto y que surgieron en el citado “Vaticano II” en un Decreto Conciliar llamado “Inter Mirifica” (que significa, “entre los maravillosos inventos”), decretado por S.S. Pablo VI en Diciembre de 1963 (que ya hace tiempo de eso, ¿verdad?):

3. La Iglesia católica, fundada por nuestro Señor Jesucristo para la salvación de todos los hombres, y por lo mismo que está obligada a la evangelización de toda criatura, considera parte de su misión servirse de los instrumentos de comunicación social para predicar a los hombres el mensaje de salvación y enseñarles el recto uso de estos medios.

A la Iglesia, pues, corresponde el derecho natural de usar y poseer todos los instrumentos de este orden en cuanto sean necesarios o útiles para la educación cristiana y para toda su obra de la salvación de las almas, y corresponde, pues, a los sagrados pastores el deber de instruir y gobernar a los fieles de modo que éstos, sirviéndose de dichos instrumentos, atiendan a su propia perfección y salvación, así como a la de todo el género humano.

Por lo demás, corresponde principalmente a los laicos penetrar de espíritu cristiano esta clase de medios a fin de que respondan a la gran esperanza del género humano y a los designios divinos.

4. Para el recto uso de estos medios es absolutamente necesario que todos los que se sirven de ellos conozcan y llevan a la práctica en este campo las normas del orden moral.

Sí, para poder hablar con propiedad sobre temas religiosos o de fe tenemos los púlpitos, ¡los “nuevos púlpitos”!. Y, es correcto teóricamente, para hablar de temas religiosos (de cualquier religión, en este caso sobre la cristiana y católica) no hace falta ser cristiano pero sí estar bien formado y eso no se encuentra siempre en nuestros buscadores preferidos de Internet, sino en la educación y el interés que se tenga por parte del profesional acerca de la cuestión religiosa.

Por cierto, religión (Del lat. religĭo, -ōnis, religare) Relación con lo trascendental.1. f. Conjunto de creencias o dogmas acerca de la divinidad, de sentimientos de veneración y temor hacia ella, de normas morales para la conducta individual y social y de prácticas rituales, principalmente la oración y el sacrificio para darle culto.

No siempre se habla con conocimiento de causa, acertadamente, acerca de los temas religiosos, y eso se nota en la cantidad de errores que a causa del atrevimiento y la ignorancia muestran muchas noticias. Sea cual sea la religión de la que se esté hablando, por eso hacen falta profesionales cristianos, para el caso del que estamos hablando.

A veces, decimos que las comparaciones son odiosas por eso yo, hoy al menos, no voy a emplear ninguna. Pero, no confundamos el “tocino con la velocidad”. Los periodistas (ya sean proyectos de ellos o no) están al servicio de una Verdad que quieren transmitir, de la cual se tiene que hacer eco para que a todos les llegue de la manera más fidedigna posible y poco contaminadas, y eso, seamos inteligentes, se lleva a cabo dependiendo de quién quiere transmitir “su” verdad.

Al menos creo que, los cristianos tenemos la libertad de servir a la nuestra Verdad (la cual reside en Dios y su hijo Jesucristo: Camino, Verdad y Vida) y para ello no tenemos que tener ningún carnet de afiliación política ni ser más del Madrid que del Barcelona.

Sí, tenemos libertad para expresar la Verdad en contraste con nuestra Fe, nuestra Moral y nuestras Normas y, además con la seguridad de que los intereses de a quien servimos son intereses para el bien del común de los mortales (no así los Señores de los grandes Medios de Comunicación, no así. Ellos se sirven de la Verdad para su propio beneficio: político, social y económico):

De los sujetos activos de la información (volviendo a Inter Mirifica):

11. Muy principal deber moral incumbe, en cuanto al recto uso de los medios de comunicación social, a los periodistas, escritores, actores, productores, realizadores, exhibidores, distribuidores, directores y vendedores, críticos y demás que de algún modo intervienen en la realización y difusión de las comunicaciones; pues es de toda evidencia la trascendencia y gravedad de su cometido en las actuales circunstancias humanas, pudiendo encauzar a la humanidad al bien o al mal con sus informaciones y excitaciones.

Además, como dice San Mateo (El evangelista) en Mt 11, 4: “Id y contad a Juan lo que oís y veis…” , o en Mt 28,19s: “Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo”. Y en Lucas (Lc 8,16): “Nadie enciende una lámpara y la tapa con una vasija, o la pone debajo de un lecho, sino que la pone sobre un candelero, para que los que entren vean la luz”.

Porque para nosotros la Verdad plena se encuentra en Dios, no en los hombres.

Yo opino, pienso y siento que al hablar sobre temas relacionados con la fe, la calidad de la noticia se nota y se transmite con mayor nitidez, sobre todo, en una persona que viva esa fe. Un periodista, a secas, puede plantearse el sentido espiritual de sus escritos, ¿por qué no? pero, sin duda, un cristiano rico en espíritu, por su oración profunda y su vida cargada de experiencias de fe, tiene la suficiente capacidad como para poder hacer reflexionar sobre lo que escribe con igual o más intensidad que alguien que especula sobre la espiritualidad. No es una postura radical, ni mucho menos, ¿partidista? tal vez: por la Verdad en la que creemos.

Incluso, pienso que es mucho más tolerante que la de algunos periodistas y políticos que con el adjetivo de “progresistas” se creen con el derecho de opinar sobre todo sin conocer a penas nada, ¿conoces al profesor liendre?: es el que de todo habla pero que de nada entiende. Por supuesto, no creo que este sea tu caso, ni mucho menos.

Pero sí creo que es bueno compartir ideas y sabiduría, y espero (si has podido llegar hasta estas líneas) que al menos te quedes con algo positivo: que hay cristianos periodistas que quieren servir para el Bien Común de esta Sociedad, e informar correctamente a los cristianos sobre lo que ocurre en nuestro mundo, con una óptica cristiana y con una actitud crítica que se apoya en los valores que nos transmite nuestra Fe. Esos valores son universales para todas las personas de buena voluntad que quieran escucharlos.


Para un poco más de información: http://www.ucip.ch/spa/fr

Antonio.