Premio a la Concordia. Ingrid Betancourt, que ha recogido esta tarde el galardón en el Teatro Campoañor, se lleva un pedazo de España en su corazón como ha demostrado su discurso en los Premios Principe de Asturias.
Es católica practicante y, cada vez que tiene la oportunidad, muestra su gratitud a un Dios que le ha servido para soportar todos de los momentos un largo cautiverio que ha durado siete años. A los medios no les interesa vender ese punto de vista. En una sociedad tan laica y relativista seguro que los acusarían de carcas.
Es católica practicante y, cada vez que tiene la oportunidad, muestra su gratitud a un Dios que le ha servido para soportar todos de los momentos un largo cautiverio que ha durado siete años. A los medios no les interesa vender ese punto de vista. En una sociedad tan laica y relativista seguro que los acusarían de carcas.
Pero, ella les gana la batalla y lo hace desde la humildad, acogiéndose a la Providencia: "Llegar al Principado de Asturias, es para mí, después de tantos años difíciles, la expresión de la misma gracia divina. Cómo explicar de otra manera el camino extraordinario que me trae hasta aquí: hace algunas semanas estábamos mis compañeros y yo en el mundo húmedo y asfixiante de la selva, donde nada era nuestro, ni siquiera nuestros propios sueños".
Ingrid Bentacourt, se ha convertido en un emblema de la libertad y en la voz de todos los que aún siguen secuestrados por las FARC en las selvas de Colombia. Una voz que no habla desde la falsedad sino desde la experiencia propia: "Fueron muchas las noches oscuras en que traté de evadirme imaginando un mundo mejor, un mundo donde personas alrededor mío buscaran aportarle felicidad a los demás. No podía imaginar que Dios oiría mi llamado al punto de traerme aquí".
Enormemente emocionada, Ingrid, ha elevado su voz para prorrumpir un discurso en contra del terrorismo, de la intolerancia política, religiosa y cultural: "Lo que se está cayendo es un mundo construido sobre la irresponsabilidad y el egoísmo. ¿Cómo pensamos salvar el planeta del calentamiento climático si no aceptamos consumir de manera diferente, y por lo tanto, si no aceptamos cambiar nuestros hábitos y nuestros placeres? ¿Cómo creemos que podremos sobrevivir a las mareas humanas de los que migran hacia Europa o Estados Unidos, si no aceptamos reconocerles el derecho a desear lo que nosotros deseamos?"
La palabra es un arma, bien lo saben los periodistas. Hoy el arma de Betancourt disparó el amor de Dios en el centro de todos los grupos mediáticos de nuestro país: "Con nuestra palabra podemos reclamar otras relaciones, otros compromisos, otras soluciones. Podemos ofrecer más diálogo y menos imposiciones por la fuerza. Sobre todo, podemos no resignarnos, porque resignarse es morir un poco, es no hacer uso de la posibilidad de escoger, es aceptar el silencio. La palabra, en cambio, precede la acción, prepara el camino, abre las puertas. Hoy debemos más que nunca usar la voz para romper cadenas".
"Confiemos que todo es posible, si así Dios lo quiere, y que de las contradicciones que vivimos hoy pueda salir un nuevo mundo". Así terminaba el discurso de una mujer llena de esperanza a la que estos años de cautiverio no le han borrado a Dios del alma, una mujer que admite que "la fortaleza del ser humano es una disciplina espiritual".
2 comentarios:
PRECIOSO!!!, me ha llegado hondo. Saludos!xcia
gran coraje la de esta mujer. La verdad es que hay que quitarse el sombrero ante su intergridad y su saber estar. gracias por tu comentario.
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