Hoy es un día triste. ETA ha vuelto a matar. Nos golpea su ignominia y nos vuelve a trasladar al estado de impotencia al que, por desgracia, nos tiene acostumbrado. Qué desazón, qué triste se siente el alma, qué malestar interior, qué ganas de explotar y decirles cuatro cosas bien dichas...
Amodorrado, casi de forma autómata, escribo estas líneas acechado por la sombra de la incredulidad. Roto. Desgarrado por dentro cual cerdo desollado en el matadero. Si logro contener estas arcadas que auguran un vomito agrio, quizás, tenga fuerza para escupir mi rabia sobre todas sus siglas, una a una: E, T, A.
¿De qué sirvieron tantos mítines, debates televisivos y falsas promesas? Me siento estafado. Frente al terrorismo mano dura, vociferan los líderes políticos. "ETA está vencida por la democracia", afirma el señor Zapatero. "Los derechos de las personas volverán a España", asegura Rajoy. Falso. La banda sigue matando. Personas inocentes siguen muriendo y familias enteras quedan destrozadas.
Dios mío... qué desesperanza. ¿Acaso estamos destinados a soportar de por vida las macabras actuaciones de esta banda de criminales? No, me niego a aceptar eso. Nuestro sistema democrático tiene (y si no la tiene debe ser modificado para que así sea) la fuerza suficiente como para acabar con el terrorismo.
Ahora, en este momento de desierto, no veo la salida. Pero, estoy seguro de que hay una escapatoria. Dentro de la oscura habitación debe haber un resquicio por el que pase rayo de luz, (la luz siempre encuentra un sitio para colarse, por triste que sea la velada). Dios tiene que ayudarnos a encajar estos golpes que nos alcanzan desprevenidos, pero que nos azotan con la fuerza de un ciclón.
Los cristianos creemos en la fuerza de la oración. Por eso, en estos momentos tan duros hemos de pedir la ayuda de Dios para poder poner fin a esta pesadilla. Un mal sueño que lleva ya demasiados años desvelándonos.
¿De qué sirvieron tantos mítines, debates televisivos y falsas promesas? Me siento estafado. Frente al terrorismo mano dura, vociferan los líderes políticos. "ETA está vencida por la democracia", afirma el señor Zapatero. "Los derechos de las personas volverán a España", asegura Rajoy. Falso. La banda sigue matando. Personas inocentes siguen muriendo y familias enteras quedan destrozadas.
Dios mío... qué desesperanza. ¿Acaso estamos destinados a soportar de por vida las macabras actuaciones de esta banda de criminales? No, me niego a aceptar eso. Nuestro sistema democrático tiene (y si no la tiene debe ser modificado para que así sea) la fuerza suficiente como para acabar con el terrorismo.
Ahora, en este momento de desierto, no veo la salida. Pero, estoy seguro de que hay una escapatoria. Dentro de la oscura habitación debe haber un resquicio por el que pase rayo de luz, (la luz siempre encuentra un sitio para colarse, por triste que sea la velada). Dios tiene que ayudarnos a encajar estos golpes que nos alcanzan desprevenidos, pero que nos azotan con la fuerza de un ciclón.
Los cristianos creemos en la fuerza de la oración. Por eso, en estos momentos tan duros hemos de pedir la ayuda de Dios para poder poner fin a esta pesadilla. Un mal sueño que lleva ya demasiados años desvelándonos.
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