miércoles, 6 de febrero de 2008

40 Días Caminando Hacia La Vida...

Los llantos por la sardina pero, sobre todo, las marcas de ceniza en la frente de los que salen de las iglesias, no indican que algo pasa. Hoy algo ha cambiado. Se percibe, en el ambiente, un olor a potaje, a pescado y torrijas que hacen saltar en nuestro interior la alarma semanasantera. No hay que ser muy listo, por mucho que nos duela a algunos, para darse cuenta de que Don Carnal se muere. Un año más, impávida, Cuaresma ha impuesto su dominio. Y, por supuesto, como buen pastor, mi colega Juan Enrique me manda esta colaboración que a alterCádiz le viene "al pelo". Gracias.

Doña Cuaresma comienza hoy su reinado anual. Supone un intervalo de cuarenta días que van desde el Miércoles de ceniza hasta el Jueves Santo; momento en el que tiene lugar el Triduo Pascual. A lo largo de este tiempo, sobre todo en la liturgia del domingo, los cristianos hacemos un esfuerzo por recuperar el ritmo, el estilo y la dirección de nuestra fe para llegar a convertirnos en verdaderos creyentes y vivir como auténticos hijos de Dios.


La Cuaresma es el tiempo litúrgico de conversión, marcado por la Iglesia, para prepararnos ante la gran fiesta de la Pascua. Es el momento para arrepentirnos de nuestros pecados, (mira con sinceridad en tu interior y seguro que encontrarás algo que mejorar). Sobre todo, este lapso de cuarenta días nos brinda la oportunidad de cambiar algo dentro de nosotros. Cambiar, sí, y de manera real con el claro objetivo de ser una mejor persona y un mejor cristiano que hace su vida mucho más cerca del Evangelio de Cristo.

Desde hoy, Miércoles de ceniza y hasta su resurrección, Cristo habla de forma clara: nos apremia a cambiar de vida. Nos invita a vivir la Cuaresma como un camino hacia Él; escuchando la Palabra de Dios; orando en lo escondido; compartiendo con el prójimo y haciendo buenas obras para con los demás. La Iglesia, a su vez, nos invita a vivir una serie de actitudes cristianas que nos ayudan a parecernos, cada día un poco más, a su fundador, Jesucristo.

Por ello, estos cuarenta días suponen el tiempo del perdón y de la reconciliación fraterna. Nos recuerdan que, durante toda la vida, hemos de arrojar de nuestros corazones el odio, el rencor, la envidia y los celos que se oponen a nuestro amor a Dios y a los hermanos. En Cuaresma, aprendemos a conocer y apreciar la Cruz de Jesús. La vemos venir a los lejos, observamos cómo la carga y aprendemos a portar nuestra propia cruz con alegría para alcanzar, así, la gloria de la resurrección.

El color litúrgico de este tiempo es el morado que significa conversión y penitencia. Es un tiempo de reflexión, de contrición, de conversión espiritual; tiempo, en definitiva, de preparación al misterio pascual de la vida nueva en Cristo Resucitado.

Y ya que por acción de nuestro pecado, nos alejamos más de Dios os proponemos un camino basado en la Palabra, que desde el Miércoles de Ceniza iremos leyendo cada domingo, hacia la Pascua del Señor, en el Santo Triduo Pascual.


Semana I de Cuaresma:
  • No somos hijos de Adán el hombre viejo, sino de Cristo el hombre nuevo.
  • Somos hijos de la gracia. Dejémonos llevar por el Espíritu como Jesús.
  • Necesitamos el desierto, la oración, la austeridad, para no caer en las tentaciones del hombre viejo, como el consumo, la codicia y el poder.

Semana II de Cuaresma:

  • Vivamos como Abraham, en éxodo permanente para abrirnos al Dios de las promesas.
  • La gracia de Jesucristo nos llega por medio del Evangelio.
  • En la Transfiguración resplandece el modelo con el que hemos de configurarnos: Cristo – ser en Él hijos de Dios.

Semana de III de Cuaresma:

  • Hemos recibido la justificación por le fe en Cristo, que murió por nosotros, y nos reviste de su gracia y derrama en nuestros corazones el Espíritu.
  • Pero necesitamos la fe. No repitamos las actitudes de Israel en Masá y en Meribá.
  • Respondamos como la samaritana a la oferta de Jesús: Señor, dame de esa agua, dame de ese Espíritu.

Semana IV de Cuaresma:

  • Somos luz. Caminemos como hijos de la luz y no de las tinieblas.
  • No nos fijemos en las apariencias, ni vivamos de fachada.
  • Hagamos nuestra la fe del ciego: Creo, Señor. Jesús curará nuestras cegueras y nos convertirá en luz.

Semana V de Cuaresma:

  • Abriré vuestros sepulcros, os infundiré mi Espíritu y viviréis: ¡Hombres resucitados!
  • El Espíritu que resucitó a Jesús vivificará vuestros cuerpos mortales.
  • Repitamos con la fe de Marta: Yo creo que tu eres el Mesías, yo creo que eres la resurrección y la vida. ¡Resucítame Señor!

SEMANA SANTA:

Pidamos a Jesús un amor como el suyo, capaz de dar la vida. Nuestro objetivo: la comunión en sus padecimientos y en su resurrección. Vivamos en Cristo Resucitado, el hombre nuevo, en quien ya tenemos nuestra victoria y nuestra vida.

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