viernes, 15 de febrero de 2008

Bichos Raros

¿Cómo son? ¿Qué piensan? ¿Qué sienten? ¿Qué locura se les paso por la cabeza para consagrar su vida a Dios? Tan desconocidos para unos, tan cercanos y familiares para otros. Testigos del amor de Dios en la Tierra. Privilegiados que tienen la potestad divina para convertir, milagrosamente, el pan en Cuerpo y el vino en Sangre. Humanos capaces de hacer real el sacrificio de Cristo en cada Eucaristía.

Los menos, todavía se atreven pasear por las calles luciendo la elegante sotana. Los que más, optan por vestir "de paisano", aunque no reniegan de la camisa negra y el alzacuellos en las ocasiones que lo requieren. Yo, personalmente, los prefiero con alzacuellos. Me llena de devoción verlos caminar, distintos, diferenciados al resto de mortales. Aquí, en España, hay quien se asusta por ver a los curas vistiendo su "uniforme de trabajo": "Uy, qué carcas deben ser", piensan. Pero, ¿y si los policias no vistieran su uniforme o los médicos no se pusieran bata? ¿Cómo los distinguiríamos entre los numerosos pacientes del hospital o entre la marea de ciudadanos?

¿Qué personas tan raras son los curas verdad? ¿Se ha acercado alguna vez a charlar con alguno? Yo, sí. Están llenos de vida. Dentro de sí llevan una especie de batería espiritual que se recarga con cada misa, con cada confesión, con cada letanía y con cada fiel que se arrima para contarle sus inquietudes. Son distintos, es verdad, pero eso es lo que los hace especiales.

Sus manos están tocadas por el Señor. Cuando las imponen sobre tu cabeza algo mágico ocurre sobre ti. Un escalofrío recorre tu cuerpo de arriba abajo cuando, entre dientes, los oyes decir: "Dios, Padre misericordioso, que reconcilió consigo al mundo por la Muerte y la resurrección de su Hijo y derramó el Espíritu Santo para la remisión de los pecados, te conceda, por el misterio de la Iglesia, el perdón y la paz. Y yo te absuelvo de tus pecados en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo". ¡Y qué paz! ¡Qué descanso para el alma que se siente perdonada!

Han sido ajusticiados, perseguidos, insultados, aclamados, odiados, quemados, asesinados, invocados, necesitados, amados... Para lo bueno y para lo malo. Siempre han estado presentes en las vidas de todos nosotros. ¿Qué tienen, que consiguen ser el centro de atención tanto para los creyentes como para los más acérrimos anticlericales? Sin duda, están tocados por Dios. Ahí está la diferencia. Son elegidos por Él. Ese "detallito" es el que provoca la admiración de unos y el desasosiego y la incertidumbre de otros.

Son humanos, sí, comenten tantos errores como nosotros, es cierto, pero, aun así, son los ministros del Señor, son sus semillas, son los encargados de hacer que este mundo se parezca cada día un poco más al Reino Divino. Una tarea nada fácil ante hombres y mujeres cada vez más olvidados de Dios. Hombres y mujeres para los que encontrar un segundo de paz se convierte en una verdadera odisea.

"Yo creo en Dios pero no en la Iglesia", oigo a menudo. Pero, la Iglesia fue instituida por el mismo Cristo y quien ama a Cristo ama su mandato y su creación. La Iglesia es imperfecta, sí, podemos estar más o menos de acuerdo con sus dogmas o restricciones, pero es ahí, en el amor que demostremos hacia Ella (incluso aceptando sus defectos), reitero, ahí, es donde va a comenzar a crecer nuestro amor por Cristo. La Iglesia, en manos del clero, es la que nos enseña a vivir creyentes, orantes y en alerta para que estemos atentos a la llamada de Dios.

Pero, ¿para que sirven los curas? Todos nos hemos hecho esa pregunta alguna vez. Los más atrevidos (no por ello los más sabios) tienden a contestar rápido: para nada, sólo para imponer y sermonear. Si bien es cierto que algunos se exceden en el tiempo de las homilías, no es verdad que los curas no sirvan para nada o que sólo dediquen su vida a decirnos lo malo que somos y a aburrirnos durante más de media hora en la misa. Que va, son mucho más que eso.

Son personas sensatas, educadas bajo un régimen estricto que los convierte en seres disciplinados. Preocupados por el mundo y por sus injusticias pero sobre todo preocupados por su feligresía que, regularmente, los visita en su iglesia correspondiente. Sirven, sí que sirven. Son guías; antorchas que mantienen encendidas la llama de la fe en nuestras almas, por muy a contracorriente que se presente la vida. Son hombros sobre los que llorar, son manos acogedoras, cálidas como las de una madre, son, ante todo, personas con un corazón enorme.

Gracias a todos esos locos, que un día dijeron SÍ y que hacen que, nosotros los cristianos, veamos mucho más clara la Palabra. Por más que os machaque esta sociedad, tened esto muy en cuenta: No sólo sois útiles, sino INDISPENSABLES.

miércoles, 6 de febrero de 2008

40 Días Caminando Hacia La Vida...

Los llantos por la sardina pero, sobre todo, las marcas de ceniza en la frente de los que salen de las iglesias, no indican que algo pasa. Hoy algo ha cambiado. Se percibe, en el ambiente, un olor a potaje, a pescado y torrijas que hacen saltar en nuestro interior la alarma semanasantera. No hay que ser muy listo, por mucho que nos duela a algunos, para darse cuenta de que Don Carnal se muere. Un año más, impávida, Cuaresma ha impuesto su dominio. Y, por supuesto, como buen pastor, mi colega Juan Enrique me manda esta colaboración que a alterCádiz le viene "al pelo". Gracias.

Doña Cuaresma comienza hoy su reinado anual. Supone un intervalo de cuarenta días que van desde el Miércoles de ceniza hasta el Jueves Santo; momento en el que tiene lugar el Triduo Pascual. A lo largo de este tiempo, sobre todo en la liturgia del domingo, los cristianos hacemos un esfuerzo por recuperar el ritmo, el estilo y la dirección de nuestra fe para llegar a convertirnos en verdaderos creyentes y vivir como auténticos hijos de Dios.


La Cuaresma es el tiempo litúrgico de conversión, marcado por la Iglesia, para prepararnos ante la gran fiesta de la Pascua. Es el momento para arrepentirnos de nuestros pecados, (mira con sinceridad en tu interior y seguro que encontrarás algo que mejorar). Sobre todo, este lapso de cuarenta días nos brinda la oportunidad de cambiar algo dentro de nosotros. Cambiar, sí, y de manera real con el claro objetivo de ser una mejor persona y un mejor cristiano que hace su vida mucho más cerca del Evangelio de Cristo.

Desde hoy, Miércoles de ceniza y hasta su resurrección, Cristo habla de forma clara: nos apremia a cambiar de vida. Nos invita a vivir la Cuaresma como un camino hacia Él; escuchando la Palabra de Dios; orando en lo escondido; compartiendo con el prójimo y haciendo buenas obras para con los demás. La Iglesia, a su vez, nos invita a vivir una serie de actitudes cristianas que nos ayudan a parecernos, cada día un poco más, a su fundador, Jesucristo.

Por ello, estos cuarenta días suponen el tiempo del perdón y de la reconciliación fraterna. Nos recuerdan que, durante toda la vida, hemos de arrojar de nuestros corazones el odio, el rencor, la envidia y los celos que se oponen a nuestro amor a Dios y a los hermanos. En Cuaresma, aprendemos a conocer y apreciar la Cruz de Jesús. La vemos venir a los lejos, observamos cómo la carga y aprendemos a portar nuestra propia cruz con alegría para alcanzar, así, la gloria de la resurrección.

El color litúrgico de este tiempo es el morado que significa conversión y penitencia. Es un tiempo de reflexión, de contrición, de conversión espiritual; tiempo, en definitiva, de preparación al misterio pascual de la vida nueva en Cristo Resucitado.

Y ya que por acción de nuestro pecado, nos alejamos más de Dios os proponemos un camino basado en la Palabra, que desde el Miércoles de Ceniza iremos leyendo cada domingo, hacia la Pascua del Señor, en el Santo Triduo Pascual.


Semana I de Cuaresma:
  • No somos hijos de Adán el hombre viejo, sino de Cristo el hombre nuevo.
  • Somos hijos de la gracia. Dejémonos llevar por el Espíritu como Jesús.
  • Necesitamos el desierto, la oración, la austeridad, para no caer en las tentaciones del hombre viejo, como el consumo, la codicia y el poder.

Semana II de Cuaresma:

  • Vivamos como Abraham, en éxodo permanente para abrirnos al Dios de las promesas.
  • La gracia de Jesucristo nos llega por medio del Evangelio.
  • En la Transfiguración resplandece el modelo con el que hemos de configurarnos: Cristo – ser en Él hijos de Dios.

Semana de III de Cuaresma:

  • Hemos recibido la justificación por le fe en Cristo, que murió por nosotros, y nos reviste de su gracia y derrama en nuestros corazones el Espíritu.
  • Pero necesitamos la fe. No repitamos las actitudes de Israel en Masá y en Meribá.
  • Respondamos como la samaritana a la oferta de Jesús: Señor, dame de esa agua, dame de ese Espíritu.

Semana IV de Cuaresma:

  • Somos luz. Caminemos como hijos de la luz y no de las tinieblas.
  • No nos fijemos en las apariencias, ni vivamos de fachada.
  • Hagamos nuestra la fe del ciego: Creo, Señor. Jesús curará nuestras cegueras y nos convertirá en luz.

Semana V de Cuaresma:

  • Abriré vuestros sepulcros, os infundiré mi Espíritu y viviréis: ¡Hombres resucitados!
  • El Espíritu que resucitó a Jesús vivificará vuestros cuerpos mortales.
  • Repitamos con la fe de Marta: Yo creo que tu eres el Mesías, yo creo que eres la resurrección y la vida. ¡Resucítame Señor!

SEMANA SANTA:

Pidamos a Jesús un amor como el suyo, capaz de dar la vida. Nuestro objetivo: la comunión en sus padecimientos y en su resurrección. Vivamos en Cristo Resucitado, el hombre nuevo, en quien ya tenemos nuestra victoria y nuestra vida.

sábado, 2 de febrero de 2008

Y Al Que No Diga Ole, Que Se Le Seque La Hierbabuena

No podía olvidarme de ti. Cómo hacerlo si fuiste el origen de alterCádiz, este blog en el que ahora te recuerdo. ¡Cómo te voy a echar de menos este año! No sabes cuánto. Tu alegría, tu desparrame, tu colorido y tu arte. ¿Qué va a ser de este pobre gaditano que este febrero no puede darte la mano, Don Carnal, y seguirte por las calles de la tacita jugando a ser otra persona entre la maraña de "ilegales" del barrio de la Viña?

Puede que esta entrada sea personal, demasido personal quizá, pero cuando se trata del carnaval, del CARNAVAL DE CÁDIZ, no queda otra que echarle sentimiento y "cohones". ¡Ay!, Doña Cuaresma. ¡Este año te adelantaste demasiado! Has querido que tus fieles pasen rápidamente el dulce trago del desfogue antes de tu cuarentena austera. ¡Ay! Luna llena del Viernes Santo. ¡No has tenido consideración con estos estudiantes gaditanos repartidos por otras tierras españolas!

Ya sé que no es lo mismo ver la Final del Gran Teatro Falla con tus amigos, reunidos en una casa, charlando tranquilamente. Pero, este año no ha podido ser así. A los que no nos quedó otra alternativa (y fueron cerca de 4.000 internautas) nos tuvimos que conformar con ver el concurso a través del ordenador. Con unos segundos de retraso; con un bufer que a veces no cargaba a la velocidad deseada; pero, con las mismas ganas de reírnos y saborear la magia de las agrupaciones que llenan de sonrisas nuestros corazones cada año por febrero. Así que (y no soy muy amante de las tecnologías) esta vez lo tengo que decir: bendito sea internet...

¡Dios mío! ¡Qué final! En primer lugar me gustaría reconocer que han dado en el clavo con la idea de reducir el tiempo del concurso de agrupaciones. Apuesto que este año han sido muchos más los carnavaleros que han aguantado hasta el final. Y, respecto a los premios, creo que están bastante bien repartidos. Sin duda, esas "Pito-risas" se merecían ganar, por no hablar del mítico cuarteto del Barba y su "Taller de Reparaciones". Enhorabuena, ahora..., ¡a tomar las calles!



Un (¿decepcionante?) tercer premio fue el que obtuvo la comparsa "La Banda del capitán Veneno", de Juan Carlos Aragón. Sus letras, esta vez, quedaron demasiado a la izquierda de un jurado al que no acabaron de convencer sus notas filosóficas en contra del mundo, o la defensa del anarquismo en uno de sus pasodobles. Bueno, no siempre se puede ser el primero, si no, esto no tendría chiste.

Temas, para todos los gustos. Zapatero y sus reformas fiscales; "La Teo" y su política de puentes; la Infanta Elena y su separación; el Solitario y su solitaria; y, por supuesto, (por si pensabas que este año nos íbamos a escapar) la Iglesia y sus críticas hacía su forma de vida, sus seglares, y su doctrina social. Ahí está. Métase en una coctelera, añádase unas letras satíricas, unas cuantas serpertinas y mucha, mucha guasa. Agite y obtendrá el cóctel carnavalero más explosivo del que se tenga conocimiento. Es el Carnaval, no un carnaval cualquiera. Es el CARNAVAL DE CÁDIZ. Así que, como dicen en la tacita: "Esto es Cai y aquí hay que mamar". ¡Pues, ale, ale, aprovechen y mamen, ustedes que pueden!