domingo, 13 de enero de 2008

Renacidos Del Agua

"El soldado bautizará a su Rey, el siervo a su Señor, Juan al Salvador; el agua del Jordán se estremece, la Paloma da testimonio, la voz del Padre declara: Este es mi Hijo amado". Esta es la antífona que precede al primer Salmo de la oración de laudes este domingo 13 de enero, día del Bautizo del Señor.

Hoy, de manera oficial para los cristianos, acaba el tiempo de Navidad. Mañana, vuelta al tiempo Ordinario. Más de uno ya lo deseaba porque tanta comida familiar seguro que lo tenía hasta arriba y con algún kilito de más que hace más difícil, aun, subir la cuesta de enero.

Aún novato en cuestiones de fe, me he detenido en la antífona anterior porque he sentido como si hubiese descubierto lo indescubrible, lo que, aunque Jesús lo hace cada día, no todos los días vemos ni somos conscientes. Encierran tanto esas frases, mirad:

"El soldado bautizará a su Rey, el siervo a su Señor, Juan al Salvador", ¿no es el mundo al revés? ¿Cómo un rey se va a dejar bautizar por un soldado o el Señor por su siervo? ¿no hay detrás de esto, quizás, el mayor gesto de humildad que puede encontrarse? Los jóvenes buscamos a menudo algo que nos mueva, algo, sobre todo, revolucionario. Es más, la historia de la humanidad está llena de revoluciones y exaltaciones encabezadas por el hombre, en busca de un ideal de vida, un modelo. Pero, ¿qué mejor ideal que el Espiritu Santo, que mejor modelo que Cristo y qué mejor revolución que la de Dios?

El Bautismo marca un antes y un después en la vida de Cristo. Después de sumergirse en el Jordán dará comienzo a su predicación, a lo que conocemos como vida pública de Jesús. Pero, sigamos con la antífona, que aquí llega el plato fuerte: Imaginad, el shock tuvo que sentir Juan el Bautista cuando Jesús, el Mesías que esperaban, le pidió que lo bautizara. No yo no soy digno (como mínimo) pensaría. Pero, no, Jesús lo eligió a él, hombre sencillo, para dar el paso del bautismo. A través del bautismo se RENACE, sí, se convierte uno en otra persona, jamás se vuelve a ser el mismo, se deja atrás una vida para despertar en otro lugar, mucho más cerca del Reino de Dios.

Por costumbre, en la actualidad, las familias cristianas suelen bautizar a sus hijos cuando apenas tienen unos meses. Esta tradición se la debemos a nuestros hermanos en la fe de la Edad Media que se preguntaron a dónde irían a parar las almas de las personas que morían sin ser bautizadas. Y es que lo normal, en las antiguas comunidades cristianas, era que el el bautizo se llevase a cabo cuando la persona fuese adulta y capaz de comprender el compromiso que conllevaba el hecho en sí. Porque, según Benedicto XVI, "El bautismo comporta la confesión de las culpas. Era realmente un reconocimiento de los pecados y propósito de poner fin a una vida anterior malgastada para recibir una nueva". Además, en la antigüedad, no se limitaban a que un sacerdote vertiese el agua sobre la cabeza del bebe, sino que las personas adultas, rodeados de todos sus seres queridos se sumergían desnudos en una especie de alberca que simulaba el rió Jordán.

Inmersión y emersión. Dos simples verbos que cambian el sentido de la existencia. Benedicto lo explica de forma magistral en su libro Jesus de Nazaret: En la inmersión se simboliza la muerte que hace pensar en el diluvio que destruye y aniquila. Pero, al ser el Jordán agua que fluye, es sobre todo símbolo de vida. Los grandes ríos: Nilo, Éufrates, Tigris, son los grandes dispensadores de vida. Se trata por lo tanto de un purificación, de una liberación de la suciedad del pasado, de un nuevo comienzo, de muerte y resurrección. Se trata de un renacer mediante la inmersión en el Jordan y el salir después de las aguas".

No quisiera pasar por alto el último aspecto de la antífona: la presencia de la Trinidad. Juan bautiza al Salvador, es decir al Hijo. Lo bautiza con agua, pero al emerger es el Padre quien, también, lo bautiza mediante el Espiritu Santo. Magistral, no tengo otra palabra. No sólo Jesús hace profesión pública de su naturaleza humana y pecadora sino que el Padre lo señala a Él personalmente y lo acoge y reconoce como Hijo suyo que es. Es decir, se destaca al mismo tiempo su naturaleza divina. Y por si nos queda alguna duda nos recuerda "Este es mi Hijo, el amado, mi predilecto". ¡Toma ya!

Himno

A la orilla del Jordán,
descalza el alma y los pies,
bajan buscando pureza
doce tribus de Israel.

Piensan que a la puerta está
el Mesías del Señor
y que, para recibirlo,
gran limpieza es menester.

Bajan hombres y mujeres,
pobres y ricos también,
y Juan sobre todos ellos
derrama el agua y la fe.

Mas ¿por qué se ha de lavar
al Autor de la limpieza?
Porque el bautismo hoy empieza,
y Él lo quiere inaugurar. Amén.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Me ha encantado esta entrada Carlos, es mejor que muchas de las homilias que escucho muchos domingos. Un abrazo.Cya

Anónimo dijo...

Te felicito por esta entrada Carlos. De aki a cardenal seguro. Jejejeje.
Y esperemos que los cristianos nos tomemos más en serio nuestro bautismo.

Carlos Sz dijo...

¡Ala, ala! A estos curas de hoy en día se les convence con "na y menos", antes de ser cardenal hay que ser monaguillo, jeje!

Gracias por vuestras palabras, no os voy a decir que no se hecha en falta una palmadita en la espalda de vez en cuando, pero lo que cuenta es seguir currando y aportando lo poco o mucho que pueda aportar a los cristianos que nos movemos por este medio global que es Internet.

PD. ¡Juanen por fin has aprendido a dejar comentarios!

PD1. ¿Escribes en algún sitio, foro o blog en internet? Si es así pásame la dirección.

Un abrazo