jueves, 15 de noviembre de 2007

El Progreso De La Fe

Las nuevas tecnologías se han hecho con un pedazo, bastante grande, de nuestras vidas. ¿Has pensado que sería de la tuya si dejases el móvil apagado durante una semana dentro del cajón de la mesita de noche? Qué horror, cientos de mensajes de llamadas perdidas saltarían sin control nada más volverlo a encender.

El jefe, para preguntarte donde has metido el dossier que te encargó, el amigo, para decirte que al final se canceló el plan de ir al cine o tu madre, para advertirte de que tengas cuidado si vas a salir ya que ha oído en las noticias que habrá revueltas callejeras debido al próximo partido de la selección española. Quita, quita, es mejor llevar el móvil encima para estar bien comunicados y el MP3 para escuchar la música que nos gusta y que, previamente, como buenos compañeros hemos “compartido” con otros internautas a través del ARES o el E-mule. Miremos donde miremos la tecnología forma parte de nuestras vidas; ayuda a que nuestra existencia sea más fácil y, por qué no, más entretenida.


¿Qué pasa cuando la tecnología y la Fe se cruzan? Para algunos, estos dos términos están tan alejados, el uno del otro, como pobreza y Bill Gates. Sin embargo, sólo se trata de una primera impresión. Los sentidos nos suelen engañar. Lo que vemos, palpamos u oímos ayuda a crear nuestra primera impresión. Pero, si nos encerramos y confiamos en que todo es tal y como lo percibimos la primera vez, posiblemente no lleguemos muy lejos. Más vale pecar de curioso y pesado que de inmovilista y desinteresado.

Es por ello, que hay rasgar con la uña hasta romper la primera capa, hay que profundizar para conocer los cambios sociales y las necesidades que, en cada momento, necesitan las personas que conforman las comunidades. A la Fe le pasa absolutamente lo mismo que a las primeras impresiones. Son muchos los que han oído hablar de ella y son muchos más, aun, los que tienen impresiones y opiniones sobre ella. Sin embargo, ¿cuántos son los privilegiados que profundizan en su Fe? ¿A cuántos les interesa? ¿No es mejor seguir con mi opinión hasta el final del camino sin importar que ésta sea errónea?

Estamos en el siglo XXI, poco a poco vamos siendo conscientes, las evidencias de ello marcan nuestro devenir diario. La Iglesia, también ha caído en la cuenta. La modernidad tecnológica, lejos de ser un enemigo al que derrotar, se ha convertido en un aliado al que apoyar a la hora de proclamar la verdad y la Palabra de Dios. Ya lo dijo Pablo VI en su encíclica sobre los medios de comunicación “Inter Mirifica” (entre lo maravilloso), publicada el 4 de diciembre de 1963, y de la que me permito citar un fragmento:

1. Entre los maravillosos inventos de la técnica que, sobre todo en estos tiempos, el ingenio humano, con la ayuda de Dios, ha extraído de las cosas creadas, la madre Iglesia acoge y fomenta con especial solicitud aquellos que atañen especialmente al espíritu humano y que han abierto nuevos caminos para comunicar con extraordinaria facilidad noticias, ideas y doctrinas de todo tipo. Entre tales inventos sobresalen aquellos instrumentos que, por su naturaleza, pueden llegar no sólo a los individuos, sino también a las multitudes y a toda la sociedad humana, como son la prensa, el cine, la radio, la televisión y otros similares que, por ello mismo, pueden ser llamados con razón medios de comunicación social.

Por lo tanto, ¿debe o no la Iglesia, valerse de los medios de comunicación y de las tecnologías en general para hacer llegar su Palabra a un mayor número de personas? En mi opinión, y quizás esté siendo un poco radical, no hay lugar para el debate, la respuesta es SÍ. La iglesia, a la que siempre se la acusa de inmovilista, carca y añeja, debe utilizar todos los medios que tenga a su alcance para hacerse oír y para gritar a los cuatro vientos (por mucho que le moleste a Nietzsche) que Dios no ha muerto.

“El conocimiento os hará libres”, decía Jesús. Antiguamente el conocimiento se guardaba en las bibliotecas de los monasterios pero ya no. Hoy, todos tenemos acceso a él. Nunca fue tan fácil conseguir información como en la actualidad. Los medios de comunicación son la plataforma más rápida y de mayor difusión a la hora de conocer de cerca la realidad social que nos circunda.

La Iglesia española quiere ser un poco más libre de lo que lo es ahora. Está dispuesta a escapar de las numerosas críticas a las que se enfrenta cada día debido al dinero que dedicaba el Estado a su financiación. A partir de ahora, su financiación se limitará a los fondos fiscales recaudados del IRPF (voluntariamente donados por los contribuyentes) y a las donaciones directas de todos sus miembros. Y ya que, como hemos dicho, no hay libertad sin conocimiento, esta vez la Iglesia está dispuesta a renovarse, hacer caso a Pablo VI y usar los mass media para conseguir que se conozca su propósito.

El resultado, lo tenemos actualmente a golpe de mando a distancia. No hay más que encender el televisor y esperar a que en algún bloque publicitario llegue el deseado mensaje. Los objetivos de anuncio son dos y quedan muy claros: en primer lugar, hacer que los cristianos, además de celebrar bautizos, bodas y comuniones, también aporten su grano de arena marcando el cuadro destinado a la Iglesia, al hacer la declaración de la renta. En segundo lugar, y tan importante como el primer objetivo, se pretende mostrar algunas de las aportaciones con las que la Iglesia ayuda a nuestra sociedad. Su contribución en países subdesarrollados, la manutención de orfanatos, la integración social con los discapacitados, le reinserción de presos, el trabajo de los misioneros…entre otros.

Sin dejar de lado uno de los más importantes y el fin último de su existencia: la proclamación de la Buena Noticia y el apoyo espiritual de sus seguidores. Y es que, igual que Jesucristo sin su origen divino sólo sería un hombre bueno, la Iglesia sin la Palabra de Dios y su difusión sería solamente una ONG más. Así que ¿por qué no usar la tecnología a favor de la expasión de la Fe? Si es que, ya lo decía al principio, hay que rasgar un poquito, así que el que se muerda las uñas: ¡que vaya dejando el vicio!

Si por algún causal no has visto los anuncios, no te preocupes, pulsa el play y disfruta:

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Estoy de acuerdo contigo sobre lo que dices al principio, a pesar de que yo no tenga la misma Fé que tú. Pero solo en el principio de tu artículo.
A veces me da miedo pensar que tanta tecnología nos haga olvidar nuestros principios éticos, y nos deshumanice aún más. Poco a poco perdemos nuestra condición de seres humanos; hasta dónde vamos a llegar? La tecnología es buena, sí, pero hasta cierto punto, siempre y cuando no haga daño, y sí ayude al prógimo.
Un beso, mi niño, sigue así.
Pili Rodríguez

Carlos Sz dijo...

Eso decía Ortega y Gasset, que nos deshumanizaríamos y seríamos máquinas sin capacidad de razocinio propio. Y demasiado no se equivocaba, no somos todos un poco hombres masa?? Pero, bueno, yo soy optimista y creo que aunque, a veces, nos dejemos llevar por la corriente, siempre tendremos la capacidad de poder elegir. Al fin y al cabo, no es eso lo que nos diferencia de los animales?
Saludos!