La Beatificación es una respuesta a la Ley de Memoria Histórica de Zapatero
En primer lugar no es tan “obvia lat relación entre la Beatificación del pasado domingo 28 y la polémica generada por la Ley de la Memoria Histórica”. La Beatificación está en las agendas eclesiales desde hace muchos años, desde antes de la llegada al poder de Felipe González. Pero, la Iglesia del momento (muy hábil por su parte) decidió esperar, ya que nos encontrábamos en un periodo de cambios sociales, económicos y políticos de gran envergadura. Y pensó que celebrar dicha ceremonia en los años de gobierno de Suárez o los primeros años del PSOE, podría interpretarse, más que como un homenaje, como una provocación. Ha sido ahora, en el 2007, cuando se han dado las condiciones y, por ello, se han beatificado a los Mártires. Y, ojo, como dice el refrán “la cosas de palacio van despacio” (y más dentro de la agenda eclesial). Por lo tanto, el proceso de Beatificación está programado mucho tiempo antes de que viera la luz esta Ley que Zapatero ha sacado cuando su legislatura llega a su fin… (a ver que nos deparan la urnas, qué nervios)!!!
Los mártires murieron en defensa de sus ideales políticos
Esta afirmación, repetida por bastantes medios desconocedores del fin de la Beatificación y faltos de documentación, está poniendo al mismo nivel y equiparando dos conceptos muy distintos: Ley de Memoria Histórica y Beatificación de los mártires. No es tan simple como “nosotros no tenemos beatificaciones así que necesitamos la Ley de Memoria Histórica”. Los citados términos, aparecen a menudo enfrentados, como si uno fuera antónimo del otro y no pudiesen convivir, pero no es así. El primero hace referencia a una legislación vigente, a algo tangible, político, medible, es una Ley aprobada en el Parlamento, punto. La beatificación, no tiene nada que ver con la esfera por la que anda la susodicha Ley. No tiene que ver con escaños, votaciones o campañas electorales. No. Las beatificaciones son un proceso que, únicamente, se desarrolla y tiene sentido dentro de la estructura de la Iglesia y dentro de la religión cristiana. Es por eso, que para llegar a entender su sentido y significado hemos de estar en consonancia con ciertos conceptos de dicha religión, tenerlos asimilados o, al menos, respetarlos. No es justo, seamos del arco político que seamos, criticar y echar mierda encima, por echar. Creo que se puede hacer mucho daño a las personas que han vivido este momento desde su verdadero y único sentido: la Fe. Y una cosa es la Fe y otra muy distinta los ideales políticos de cada cual (si es que aún quedan de esos ideales sueltos por ahí). La Fe se siente, esa no es cuantificable, a esa no se le pueden poner límites, simplemente la Fe, no cabe en el Parlamento.
Así que no es cierta la afirmación “mataron a 498 curas por tener ideas políticas distintas”. Ante todo, no se tratan de 498 curas. Además de curas, también había monjas, religiosas, religiosos, laicos, seminaristas (el más joven murió con sólo 19 años) todos ellos murieron consciente de porqué lo hacían. Reitero, no murieron defendiendo ideales políticos, no murieron con el hacha de guerra en alto. Todo lo contrario, lo aceptaron con valentía. Dieron su vida por una causa muy clara, por Jesús. Cierto es que la matanza de los actuales beatos se desarrolló en el periodo del 34 al 37 (etapa tumultuosa y sangrienta donde las haya) pero, para la Iglesia, habría tenido la misma validez que si hubiese ocurrido en otro periodo histórico distinto. No son los bandos que se enfrentan los que marcan la condición de mártir sino que – y cito textualmente palabras de la Conferencia Episcopal- “en todo caso se investiga si la persona ha muerto a causa de la fe, es decir, por motivo religioso”.
Esto más que un comentario parece una tesis, lo siento, soy de teclado fácil (que ya la pluma no se lleva) y sin darme cuenta ya he escrito unos cuantos párrafos. Pero bueno, como al buen lector el número de páginas no le asusta voy a seguir dando mi punto de vista.
Sí a la Ley de Memoria Histórica
Respecto a la famosa Ley: estoy de acuerdo con que se haga una Ley de la memoria histórica. Creo que es muy necesaria. Si verdaderamente queremos pasar página, después de treinta años de Democracia, no debemos olvidar para nada el pasado. Pero, corremos un riesgo ya que la historia siempre tiene algo de subjetivo, depende de quién la cuente. Es por ello que digo Sí, a la Ley de memoria histórica, pero siempre que esa memoria sea colectiva y no sólo sea la memoria de ZP, que, por cierto, parece ser muy cortita y, sin duda, parcial.
¿Por qué no beatifican a los curas vascos?¡Alcen la voz! Nadie más en el olvido
Para ir terminando. Hay quien dice que aún siente temor al mencionar en voz alta el nombre de sus parientes víctimas de la guerra. ¿Temor por ser familiares de las víctimas? Vale, se puede comprender dicho temor bajo el palio de la dictadura pero ¿ahora? Ahora no. No hay que sentir miedo por ser familiar de un caído en la contienda (da igual el bando). Al revés, hay que gritar con fuerza sus nombres para que no caigan en el olvido. Y por su puesto, hay que luchar y no “soportar el hecho de que sean victimas anónimas”. Soportar. Esa palabra me recuerda a los yugos con los que los bueyes tiran del arado… ¿Verdaderamente pesa el yugo del martirio? ¿Tan insoportable es que a cristianos ejemplares se les haya reconocido tal y como se merecen? ¿No cree que la Iglesia española ha pagado caro y sigue pagando el apoyo que dio a Franco durante gran parte de la dictadura? ¿O acaso se puede negar el laicismo visceral y la crispación que se engendra desde ciertos medios hacia las esferas eclesiales? Yo, al menos, lo palpo, lo noto en la forma de actuar de la gente, en las reacciones en contra de la Iglesia sin una razón de peso sino “por que sí", en definitiva, un no querer saber. Es mejor no involucrarse, la Iglesia del S.XXI es mala porque apoyó a Franco. Mejor así.
Bueno ya acabo. Sólo, decir que si de verdad queremos avanzar hacia la verdadera democracia y convivencia sana, debemos aprender a perdonar y no aprovechar la situación para lanzar piedras al tejado ajeno. La beatificación de los Mártires, que no renunciaron a su fe sino que amaron con más fuerza a Jesucristo y murieron perdonando, lejos de simbolizar un desafío e intensificar una brecha política ha de servir para generar consenso y fraternidad.
No nos hallamos ante una cuestión de ganadores o perdedores. No basta con hacer un trueque, Ley por Beatificación. Esto no es un juego. Los cristianos no se merecen esta paliza mediática, esta vez ¡NO!