miércoles, 28 de marzo de 2007

Pasen Y Vean (Si Encuentran Entradas...)

El concurso oficial de agrupaciones carnavalescas (COAC) tiene un gran arraigo, no sólo en toda la provincia de Cádiz, sino mucho más allá de sus fronteras. Durante más de veinte días las tablas del Gran Teatro Falla reciben a cientos de agrupaciones. Chirigotas, comparsas, coros y cuartetos, todos, a golpe de voz, intentan convencer al jurado de que su repertorio es el mejor y que, por ello, merecen cantarlo en última fase de la competición.

Las localidades para las fases preliminares y las semifinales se compran directamente en taquilla. Ni a través de Internet ni reservándolas por teléfono; no existe otro medio por el cual acceder a ellas. Comprar una entrada en taquilla para la Gran Final, imposible: todo se deja en manos de la suerte. Es tal la afluencia de público que desea asistir al evento, que el ayuntamiento de Cádiz optó por retirar la venta de entradas de las taquillas, entre otras cosas, para evitar el negocio ilícito de la reventa.

La única forma de conseguir una butaca dentro del teatro – si es en el palco o en el gallinero da lo mismo-, es facilitando tus datos personales en ciertas oficinas gaditanas de Unicaja. Allí, se añaden a una lista larguísima de nombres, conformada por todos los aficionados del carnaval, entre los que se encuentran los afortunados. Conforme se acerca la Gran Final la tensión aumenta, todos los que se apuntaron esperan con ansias la llamada que les confirme que, mediante un sorteo ante notario, han sido seleccionados para disfrutar de las mejores agrupaciones del año en lo que será una noche muy larga e intensa.

La Gran
Final
arranca cada lo año, a las 22:00 horas, el viernes previo al comienzo oficial del Carnaval, y da por concluida la sesión sobre las ocho de la mañana del día siguiente. A pesar de que su duración se prolonga durante toda la noche, para los carnavaleros es todo un placer poder asistir a esta explosión de letras, música y críticas, en las que las agrupaciones se encargan de repasar la actualidad española y gaditana sin ningún tipo de cortapisas.

Además de los cientos de personas que desde dentro del Falla disfrutan del concurso, Canal Sur y Onda Cádiz retransmiten el acontecimiento de manera íntegra y en directo. Así, la Gran final llega, por televisión o a través de Internet, a los hogares de los millones de seguidores con los que cuenta el Carnaval de Cádiz en todo el mundo. Para muchos ésta es la noche mágica del Carnaval, el culmen y la recompensa de un año entero de preparación. Se ha abierto la veda, pasen y vean, casi todo está permitido.

viernes, 23 de marzo de 2007

¡Una De Erizos, Por Favor!

Como viene siendo tradición en Cádiz, dos citas gastronómicas dieron luz verde al Carnaval 2007. El 21 de Enero, se celebraron la XXI Ostioná, en la plaza de San Antonio y la XXVII Erizá en el barrio de la Viña. Estas fiestas deben su nombre a los productos que se degustan, respectivamente, en cada una de ellas: los ostiones y los erizos de mar, tan típicos de la costa gaditana.

Más de 30.000 personas, según el diario gratuito Viva Cádiz, se congregaron para saborear, cuanto menos, el arte de estos platos. Acompañados de cerveza helada; buen vino y aderezados con pasodobles y cuplés de las primeras agrupaciones, que adelantaban parte de su repertorio, la comilona se convirtió en un verdadero placer.

Si no te gustan los erizos de mar…, pues ningún problema. El fin de la ostioná y la erizá va mucho más allá que darle un gustazo al paladar. Igual que comiendo las doce uvas en Navidad cambiamos de año, con esta fiesta los gaditanos también cambian, no de año pero sí de perspectiva. ¡Adiós a la monotonía, comienza el concurso de agrupaciones!

Después de la Ostioná y la Erizá da comienzo, en el Gran Teatro Falla, el Concurso Oficial de Agrupaciones Carnavalescas (COAC). En él se reúnen más de 100 agrupaciones que luchan, durante casi veinte días, por hacerse un hueco en la Gran Final.

Si la Ostioná y la Erizá suponen el comienzo del COAC, la Gran Final del Teatro Falla es el verdadero pistoletazo de salida del Carnaval de Cádiz. A partir de esa noche las calles, acostumbradas a la tranquilidad que con normalidad reina en la ciudad, se dejan invadir por las coplas, las risas y el gentío que durante dos semanas zarandean a cualquiera que se acerque a la tacita de plata y, simplemente, se deje llevar…

miércoles, 14 de marzo de 2007

Memorias De Un Viejo Gaditano

Soy tan antiguo como las primeras civilizaciones. Siempre han acudido a mí para obtener algún tipo de placer mundano. Desde las bacanales griegas y romanas, hasta la luz y el esplendor actual del Gran Teatro Falla… Sí, desde entonces existo. He sentido el dolor de la esclavitud, la tristeza de la represión y el cantar agridulce que desprendían las bocas censuradas de aquellos que nunca me dejaron morir.

Mis abuelos eran comerciantes italianos y genoveses, a ellos les debo una parte de mis costumbres. En el siglo XV se trasladaron a Occidente y, al ver el resplandor que producía Cádiz sobre el Atlántico, se asentaron en esta hermosa villa y establecieron su comercio con el norte y el centro de África. Aún no lo he dicho, pero es cierto ese rumor que corre por ahí sobre mí: fue en Cádiz donde verdaderamente crecí, entre sus estrechas calles me enamoré y me convertí, no sin algún que otro altercado, en lo que soy actualmente. Todo lo que conocéis de mí, todo lo que me hace ser tal y como soy tiene su razón de ser en este rincón de Andalucía desde el que casi se pueden tocar las cálidas tierras africanas.

Todavía no he hablado de mi padre. ¡Uy! Al él le debo tanto…Él me dio la vida y, aunque a veces lo critique por ser un poco severo, en mi interior nunca olvido que él supone mi principio y mi final. Soy hijo del cristianismo. No sé si seré el hijo pródigo que todo padre desea tener, pero lo que es por mi parte sé que él es el padre idóneo y educador del que todo hijo se siente orgulloso cuando echa la vista atrás y ve todo lo que le ha enseñado. Siempre procuro obedecerle, aunque a veces me “salgo del tiesto”, y es que... todos cometemos errores. Mi padre me ha educado en la tradición cristiana e intento respetarla en medida de lo posible. Cuando llega la cuaresma con su mensaje, voy entrando en un clima de retiro y seriedad… Pero claro, para que llegue verdadera calma primero ha de haber tormenta…

Ese soy yo, la gran tormenta. Soy loco; me encanta el desenfreno; cometo algún que otro exceso; me tomo la libertad de criticar hasta la saciedad; soy la inversión de los valores cotidianos y del orden social; soy el desquite y el destape; la extraversión y el furor… Podría seguir describiéndome pero, mejor, voy a parar porque alguno que otro se podría ruborizar. ¿Y por qué soy así? Pues por respeto a mi padre, claro, no se pueden soportar cuarenta días de austeridad si antes la gente no se ha desfogado totalmente, ¿verdad?

¿Os lo podéis creer? Hasta 1861 no me reconocieron tal y como soy. Por fin, ese año el ayuntamiento de Cádiz hizo que me pudiera considerar como realmente me sentía: una gran fiesta popular. A partir de entonces pude hablar de mí mismo con propiedad, con nombre propio. “El señor Carnaval para servirles”, les decía a unos y a otros orgulloso de mi nombre. Desde ese momento y hasta la llegada de mi más temido enemigo, el generalísimo, me fui desarrollando, gloriosamente, en la tacita de plata. Como si de un pavo real me tratase, fui desplegando mi colorido plumaje y con mi aroma dicharachero fui embriagando a todos cada año por el mes de febrero. Las máscaras, los disfraces, las cucañas y la glotonería no faltaban nunca en mi repertorio.

¡Ah! ¡Qué se me olvidaba, para repertorio el de mis hijos! Bueno, hijos tengo muchos pero legítimos, que yo me acuerde…Sí, son cuatro: Comparsa, Chirigota, Coro y Cuarteto. Ya os hablaré un día sobre ellos para que los conozcáis profundamente. Ahora sólo quiero que sepáis que el mayor es Comparsa y que nació de forma espontánea del arte y el salero de la gente de Cádiz, que se reunían en locales cerrados y parodiaban las realidades y temas sociales del momento.

En 1937 sentí la muerte de cerca. Creí que no sobreviviría a la extinción a la que me sometieron en toda España. Franco me odiaba, yo no encajaba dentro de sus ideales y el paredón fue el precio que puso a mi cabeza. Me encarcelaron. Desde mi celda pude ver como iban desmembrando mi cuerpo para luego enterrarlo en lo más profundo del olvido. Allí, entre cuatro paredes y junto a una amiga tricolor que se hacía llamar República, vi como los momentos de soledad y de desesperación inundaban los ojos de todos esos que algún día habían creído en mí. Yo nunca perdí la esperanza. Las cosas existen porque pensamos en ellas. Mientras que una sola persona me siguiera llevando en su recuerdo, yo, seguiría vivo.

Cádiz no me olvidó. Aun durante el franquismo, de vez en cuando me escapaba por entre las rendijas de mi celda y me daba un paseo por el barrio de la Viña. Olía a mí, era un olor inconfundible, el olor de la fiesta y el jolgorio, el olor de los grupos clandestinos que se no se resignaban a pasar un mes de febrero sin entonar unas coplillas carnavalescas. Me engrandecí. No podría acabar conmigo, su dictadura no sería eterna, mi tradición, acunada en el corazón de los gaditanos, sí.

Por fin llegó 1977, con él acabó mi calvario. Cuarenta años de condena me habían servido para acumular ansias de libertad y ganas de reemprender el vuelo. Esta vez volaría tan alto que nadie podría atraparme. Volví a ser el de antes, qué digo el de antes, me abracé a mi querida y flamante Constitución; saboreé las nuevas perspectivas que ante mí se abrían y comencé a ser el mejor Carnaval que nadie hubo visto jamás. Desde entonces este viejo, cada año por febrero, se enfunda su disfraz, entre sonrisas y confeti, para vivir una segunda juventud que, para agrado de muchos y disgusto de no pocos, tiene pinta de que va a ser muy muy larga…

Fdo: Carnaval de Cádiz.

domingo, 11 de marzo de 2007

La Ciudad De La Luz

En la paleta del pintor no existen colores de claridad y
fuerza luminosa adecuadas para reproducir la visión
deslumbrante de Cádiz. Sólo hay dos matices que dominan
aquí: azul celeste y blanco...No se puede imaginar algo más
radiante, una luz tan dispersa y a la vez tan
resplandeciente. Sea dicho francamente: lo que llamamos
"sol" en el norte de Europa - comparado con la luz de Cádiz
es sólo una pálida luz de vela casi apagada en la mesita de
noche de un enfermo..."
(Théophile Gautier: "Viaje por Andalucía", París 1843)



Cádiz luz y color por Julio Manuel Mesa