lunes, 16 de febrero de 2009

Pallywood: ¿Periodismo O Ficción?

Dios mío. He sentido verdadero pánico tras observar, durante algo menos de una hora, un documental colgado en Youtube. Os lo dejo en este post por si tenéis tiempo de verlo. Pallywood (nombre sarcástico del documental) plantea en tono proisraelita cómo los palestinos, supuestamente, utilizan a los medios de comunicación occidentales para, a modo de altavoz, vendernos el acoso continuo que sufren por parte de los judíos. Como si de un plató de Hollywood se tratara, las calles de Palestina se convierten en una escenario improvisado donde se intrepreta la obra de la guerra.

Desde luego, no pretende alterCádiz juzgar la actitud del pueblo israelí; ni la del palestino a partir de un mero documental. Si lo hiciese estaría siendo parcial y me estaría limitando a alimentar el discurso de alguno de los dos flancos así como el sinsentido de esta masacre de la que únicamente se puede sarcar una conclusión: es recíproca.

Al margen de la credibilidad del documental o de que éste no sea más que un metamontaje sobre el conflicto palestino-israelí, las imágenes ponen en el punto de mira algo que va más allá del propio conflicto. Ese algo no es otra cosa que el papel que juegan los medios de comunicación en este tipo de situaciones.

¿Por qué es importante el hecho de que los medios de comunicación estén en el ojo del conflicto? ¿Son reales las imágenes que vemos en nuestras casas a las tres de la tarde o están sometidas a un proceso de limpiado y edición para conformar la historia que a los mass media les conviene vender? ¿Cuál es el deber del periodista? ¿Es preferible contar la verdad aunque ésta no sea interesante o es mejor crear esa verdad para que sea mucho más truculenta y comercial?

"Muerte a los judíos; palestinos terroristas; todos unidos por la yihad; holocausto judío; pueblo elegido..." Son sólo algunos de los mensajes que, ya casi de forma autómata, recibimos en Occidente a través de los medios. Aquí los vemos; los escuchamos; los interiorizamos y, ya está, a otra cosa mariposa... Sin embargo, en Oriente las imágenes captadas por los cámaras, tanto occidentales como autóctonos, se convierten en algo mucho más peligroso. No son simples capturas sino que se toman como dogmas y se convierten en eslóganes que recorren todo Oriente Próximo. Son armas psicológicas que maleducan y acrecientan el odio entre las distintas generaciones de estas dos naciones que parecen, histórica e indefinidamente, condenadas al horror.

Un sólo Dios y dos visiones distintas del mismo. Un error de base: la falsa construcción de un Dios vengativo de cuya naturaleza se ha esfumado cualquier resto de paterna misericordia. Cuando el fanatismo sobrepasa la fe y los medios están ahí para contarlo, los periodistas han de convertirse, más que nunca, en transmisores transparentes de la verdad. Ese es el único cometido: sencillo a la vez que complicado. Ser transmisores de la verdad. Luchar por la paz con dos únicas armas (la imagen y la palabra). Luchar contra el silencio con la meta de que el conflicto acabe, sin alargar la agonía de dos pueblos que cuentan con defensores y detractores en todo en mundo pero que, ante todo y simultaneamente, son víctimas y verdugos en pleno siglo XXI.

Os dejo el vídeo del que hablo en la entradilla y que ha inspirado este post: